Lo único que por ahora tranquiliza a los sectores progresistas es que en segunda vuelta, el candidato de la derecha del quinto país más grande del mundo, no podría ganarle al PT. Pero así y todo el resultado de la primera vuelta se inclina rápidamente a confirmar que Jair Bolsonaro será el ganador en esta primera instancia.
La tendencia que comenzó en Estados Unidos con la victoria de Trump y continuó luego en el pronunciamiento popular británico por el plebiscito del Brexit, tiene ahora una nueva prueba en las urnas. Algunos sostienen que las causas hay que buscarlas en la enormidad de desencantados con los gobiernos anteriores, donde ha prendido la idea de que el P.T. de Lula es un camino directo a una nueva Venezuela.
Bolsonaro se lleva el 40% de los apoyos de los brasileños más educados, el 20% de los que viven de una renta mínima al mes y del 42% de las clases media y alta con otra sorpresa, arrasa en el sur del país la zona más rica y sólo pierde con claridad en el noreste subdesarrollado ante Fernando Haddad.
Los movimientos derechistas también se vuelven populistas con otro efecto: el de la influencia de las Iglesias Evangélicas del país.
Para muchos la auténtica amenaza la encarna un supuesto programa oculto del P.T. que hay que frenar de cualquier manera, un concepto que, aunque falso, ha prendido de manera incontenible en cientos de millones.
Hoy entre diez candidatos, el destino del gigante de América lo deciden 147 millones de personas y (como se espera) habrá segunda vuelta el domingo 28.